Luis Enrique no hizo ningún mal gesto desde la banda, no levantó los dedos de la mano al modo italiano demostrando su sorpresa, no se fue malhumorado del campo. Tampoco en la rueda de prensa hizo ninguna referencia al partido de Neymar, que disputó los 90 minutos pero que hizo méritos sobrados para ser sustituido nada más iniciarse la segunda parte.

El encuentro del brasileño no fue de lo mejor que se recuerda, aunque también es cierto que hubo otros que tampoco rayaron a un gran nivel. Los errores se repitieron en todas las líneas y en la delantera el peor fue él. Pero Luis Enrique, lejos de hurgar en la herida, prefirió dar descanso a Suárez para que entrara Pedro, un jugador que ha hecho mucho más por el Barça que el brasileño pero que jamás se ha quejado. Ni ahora que su papel ha menguado.
Aquí, solo Messi tiene derecho a decidir cómo, cuándo y cuántos minutos juega. Por que no tiene días malos, porque es capaz de dar una asistencia en el primer minuto, por ofrecerse en el 90 para aguantar el balón y llevarse los palos de la defensa (cuando el brasileño se la pasaba siempre al primer toque). Y no sólo eso sino que es tan astuto, tan listo que espera a un lado del campo y el pase largo de... ¡Neymar! para marcarse una carrera en la que se acordó de su partido contra el PSG y del que estaba a punto de acabar. Messi está a un paso por encima de todos.